El técnico del Olimpia, Pedro Troglio, pasó un rato agradable con ICN y no se guardó nada. Risas, lágrimas, confesiones y una ronda de cervezas artesanales prevalecieron en la conversación con el exmundialista de Italia 90
"Yo siempre digo que no hay nada más lindo que ser feliz en la pobreza”, resalta Pedro Troglio
Por Saúl Carranza
Pedro Troglio llegó puntual a la cita. Muy puntual. Portaba gorra y camisa negra, jean gris y unos tenis cómodos. Lucía fresco como una lechuga.
El técnico del Olimpia nos dio un espacio y habló como muy pocas veces lo hace. En la mesa le espera un sampler de cervezas artesanales del Restaurante La Taberna.
Entre sorbos, comenzó la conversación de confianza con el pentacampeón de la Liga de Honduras y uno de Concacaf, don Pedro Troglio.
“Pedro para los amigos”, corrige el técnico del Rey de Copas.
¡Salud! Comencemos.
¿Cómo se iniciaría una entrevista con Pedro Troglio?
Hablando de lo que querás, de la vida, de la familia, de las derrotas, de las victorias. De lo que querás, no tengo problema y hablo de todo. No tengo problema.
Allá por el 2000 dijo: "No tengo carácter para ser entrenador" y resulta que aquí estoy con un ganador.
Ja, ja, ja. Yo en ese momento, en el 2000, tenía 35 años, entonces yo sentía que era jugador de fútbol y no me miraba dirigiendo porque no quería tener problemas con los jugadores. Yo no quería tener problemas con nadie.
Además, pensé que me quería dedicar a otra cosa, pero después mis amigos me decían: "vos tenés pasta para ser entrenador, dedicate a eso." Y bueno, empecé a hacer el curso y a partir de ahí, cuando dejé de jugar a los 39 años, empecé a dirigir.
A los ocho meses apareció mi primer equipo y ahí arranqué. Ahora llevo exactamente 18 años sin parar como entrenador. Nunca dejé de tener equipo. Así que no me arrepiento. Me gustaba más jugar que dirigir, pero creo que fui mejor entrenador que jugador.
¿Siempre es así de sonriente y optimista o es una falsa percepción mía?
Sí, siempre, e incluso hasta cuando me hacen calentar. ¿Te fijaste que últimamente estoy enojándome demasiado (en las conferencias de prensa)? Pero a veces es un desahogo.
A mí todos me dicen "no te hagás mala sangre". Yo no me hago mala sangre, para mí es un desahogo y así como me ven, así soy en mi vida.
Yo en casa soy muy optimista, me encanta pasarla bien. Soy amigo de mis amigos. Siempre estoy feliz y me caliento como todo el mundo. Con mi familia casi nunca, con mi esposa y mis hijos, casi nunca.
Con la vida a veces sí.
Pedro y yo hacemos el primer brindis y la “birria” entona el cuerpo y desde luego la plática.
¿Qué se le viene a la mente cuando le digo Luján?
¡Uff, mamita! Estamos hablando del año 1965. Nací en la ciudad de Luján, mi ciudad. Vengo de una familia muy humilde, con mucha pobreza. Se nos metió el agua en la casa muchas veces porque teníamos un río y se inundaba seguido.
Salía el agua a las calles y se nos inundó a la casa un metro y pico.
Nosotros nunca tuvimos casa, alquilamos, y ahí perdimos todo hasta que mi papá consiguió un trabajo en una fábrica. Ahí nos daban una habitación con dos camas para los cuatro: para mi mamá (Nivia Rinaldi), mi papá (Antonio), mi hermano (Sergio) y para mí. Y así arrancamos la vida un poco, pero tengo los recuerdos más lindos.
Yo siempre digo que no hay nada más lindo que ser feliz en la pobreza y yo siento que fui feliz en la pobreza y eso tiene mucho que ver con mis viejos.
¿Cómo le fue con los estudios y con la pelotita?
Con los estudios fui muy bueno. Era el abanderado (excelencia académica). Ya en secundaria era bueno, pero empecé a hacer lío, entonces no podía ser el abanderado, porque hacía lío, pero era bueno estudiando y tenía buenas notas.
Y para el fútbol, desde chiquito, nací jugador, porque desde muy chiquito tenía condiciones que los demás no tenían.
¿El mejor libro que leyó?
La última nieve de primavera de Raimondo Del Balzo.
¿Qué me puede decir de su paso por River Plate?
Yo aparecí ahí a los 12 años y a los 17 años ya estaba debutando en Primera División. Yo vivía lejos de la capital. Empecé a vivir en la pensión del club. Vivía en la última pieza junto a dos compañeros.
A los 12 años vivía lejos de mi padre. Vivía con solo 12 años dentro de un club, entonces siempre me acostumbré a vivir solo.
No es lindo, pero estoy preparado para vivir solo.
¿Cuál es el clásico contra Boca Juniors que más recuerda y disfrutó?
Fue un clásico que jugamos en la cancha de River y erramos un penal. Perdíamos 2-0 y lo pasamos a ganar 3-2 en el Monumental, en el último minuto, penal para Boca y lo tiraron afuera. Así que ese fue el clásico más lindo que jugué y fue previo a mi partida hacia Europa (1988).
En 1985 usted recibió un golpe en el estómago y fue ante San Lorenzo. ¿Cómo es estar clínicamente muerto durante 16 segundos?
No sé cómo es, porque estás muerto por 16 segundos hasta que te reviven. Yo tengo claro un sueño: estoy en terapia intensiva, estoy con mi mamá, mi papá y mi hermano alrededor mío, llorando, pero cuando a mí me pasa eso yo no estaba con mis padres. Entonces vi eso como que me salí de mi cuerpo. Cuando me pasó eso yo estaba en terapia y no había nadie. Estaba con los médicos.
La pasé mal. Recibí un golpe muy fuerte en el estómago, me explotó el apéndice, se me produjo una peritonitis. Luego tuve tres operaciones en una semana y perdí 25 kilos. No me encontraban la sanación para la infección en la sangre. Hasta que después de eso me revivieron, me cambiaron la medicina y al otro día de haber estado así, pasé a una habitación normal. Estuve dos meses dentro de la clínica y me quedó el diafragma alto, de hecho se pensó que no podía jugar al fútbol.
¿Fue de muchas novias?
Fui bravo (sonríe). El fútbol ayuda, siempre salía y teníamos una ventaja en la juventud que esto no existía (muestra el celular). Entonces, no había foto en realidad, no había testigos, no había nada y salía mucho.
Salía a bailar con las chicas, amigas del barrio, amigas del colegio. Antes las chicas eran distintas, más tranquilas que ahora. Por ejemplo, hoy a las chicas les gusta tomar y en mi época una mujer que tomaba y la veíamos nos asombramos. ¡Qué locura!
Los encuentros eran un “Hola, ¿Qué tal? ¿Bailamos?”, “Nos vemos la semana que viene”. Hoy ya van todos derecho a hacer las cosas que tienen que hacer y antes era distinto.
¿La peor calentura que le hicieron pasar sus hijos?
Cuando se pelean entre ellos y hoy grandes es peor. Yo tengo hijos grandes que se viven peleando entre ellos. Discuten y lo peor que me puede pasar es ver a los hermanos peleándose o discutiendo por situaciones que a veces te decís cosas que después es difícil volver para atrás. Yo nunca vi un momento de peleas en mi casa, entonces trato que en mi casa no se viva lo mismo, porque conozco amigos que han tenido situaciones de violencia dentro y trato que mis hijos no vivan eso.
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¿Amante del cine?
Sí, me encanta.
¿Entonces… ya fue a ver Mario Bros?
Sí, ya fui a ver Mario Bros con los nenes. Soy un amante del cine. Hoy tenemos la posibilidad de ver por Netflix, pero trato de ir al cine. Me gusta estar en la butaca y comer palomitas y dulces.
¿Japonés o italiano para hablar?
Mejor italiano. Hablo japonés, pero me cuesta más, y el italiano lo heredé de mis abuelos; viví nueve años en Italia y lo aprendí muy bien.
El profe nos regala la siguiente frase: "Certo, un saluto a tutti, a tutta la gente che sta qui, e ci vediamo la proxima qua." (Un saludo a todos, a toda la gente que está aquí, y hasta la próxima.)
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¿Ha hecho alguna lección de Carlos Bilardo en Olimpia?
Sí, miles de cosas, como pedirle a los jugadores que no hagan el amor dos o tres días antes del partido. Que se cuiden.
El tema de las cábalas. De hecho, si me ves, tengo todos los días puesta la misma ropa. Hace años que me pongo lo mismo y me pongo hasta la misma ropa interior. Tengo muchísimas cosas de él.
¿Qué se le viene a la mente cuando le digo: Diego Armando Maradona?
Diego era el ídolo de todos nosotros. Él debutó a los 16 años, yo tenía 10 años y después fue compañero y terminé siendo amigo, compartiendo cumpleaños o navidades. Es claro que todos los que estábamos del lado de él sabíamos que su cuerpo no iba a aguantar una vida larga como uno espera.
Él hizo su vida, se equivocó en muchísimas cosas y lo pagó a lo largo con su enfermedad y con su partida, pero bueno, para todos nosotros fue un amigo espectacular.
Compartir con Diego era algo único, espectacular. No compartimos un montón de situaciones, pero sí, nosotros conocemos en el interno un montón de sus situaciones que en México no se ventilaron.
Entendemos por qué a veces algunas cosas le pasaban a él o él hacía o decía. Pero bueno, todos lo apoyábamos a muerte.
Yo no soy objetivo con Maradona: yo soy maradoniano. Amo a Messi, pero soy maradoniano.
¿Le dolía en ese entonces cuando relacionaba a Diego con las drogas?
Claro. Pero Diego nunca nos ofreció (droga) a los compañeros de fútbol o amigos, y esto lo digo por mis hijos. Nosotros veíamos situaciones. Yo era joven, de 22 años, y Claudio Caniggia tenía 21. Éramos chicos, pero nunca él hizo algo delante de nosotros.
Nosotros nos dábamos cuenta que él estaba en algún momento de eso, pero nunca nos ofreció y eso para mí fue muy importantísimo.
Tercer sorbito y Pedro se siente en confianza, sonríe y mueve sus manos. Se le ve comódo.
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¿Quién es Pedro Troglio?
No me quiero vender, pero soy una buena persona. Amigo de mis amigos, de familia y trato de llevar los valores de mis padres –sus ojos empiezan a brillar, hace una pausa, pues, la voz se le va cortando– los recuerdo cada día, los extraño. Trato de ser como soy y recordar de dónde vengo.
Hoy la vida me dio una vida totalmente distinta, pero tengo el mejor de los recuerdos de mis padres.
¿Qué recuerda de su madre (falleció en mayo de 2022)?
–Pedro Troglio se rompe y en sus ojos empiezan a salir lágrimas– Las comidas, las llevadas al colegio de la mano, esperarme con un sándwich antes de subirme al tren.
Las cosidas (era modista), sus cariños. Lo más triste cuando se van tus padres es que afloran los recuerdos.
¿Qué les diría a sus padres?
Gracias, gracias por todo lo que me han dado. Me hicieron felices con poco. Yo era feliz con mi viejo haciendo un asado en el piso y yo sentado en un ladrillo mirándolo o viendo por las mañanas con él las carreras de Fórmula Uno. Trato de llevar la bandera de ellos de la mejor manera. Me pongo así –se limpia las lágrimas–, porque estoy viejo y me pongo melancólico.
Tengo una vida hermosa, tengo gente que me quiere mucho y me apoya. No busco amigos nuevos, pero si son nuevos que sean buenos.
¿Cómo transcurre un día normal aquí en la capital?
Me levanto a las cinco de la mañana todos los días y me voy 5:40 a una estación de servicio que está cerca de mi casa para ir a desayunar y que está abierta las 24 horas.
Luego, me voy al entrenamiento y llego a las 6:45. De 8 a 10 entrenamiento, estoy hasta las 11:30 más o menos mediodía en el club, a veces un poco más y vuelvo a casa y le pido a Dios que haya fútbol todo el día para poder ver fútbol.
Generalmente, hay para ver fútbol o películas y si hay un poco de sol, tomo sol una hora en la piscina.
Al mediodía generalmente no como y a la noche salgo a comer con el cuerpo técnico. Eso es más o menos, mi vida.
¿Cuántos años en el país?
Cuatro.
¿Ha pensado naturalizarse?
Tengo el documento como residente, pero naturalizarse no sé si se puede. No sé cómo es ese proceso, pero naturalizarse no me daría ningún beneficio. Ahora, si fuera jugador, sí, para tomar nivel de Selección.
¿Y se sabe el Himno?
Un poco y es una falta de respeto, pero si lo van cantando puedo meterme ahí un poquito de la canción.
¿Esta Tegucigalpa cómo la mira, fea o guapa?
Muy linda, me gusta. Yo creo que el problema del hondureño, y con todo respeto lo digo, es que no hace furor de su país.
Por ejemplo, yo fui a Roatán y nunca en mi vida había una playa tan linda como la de Roatán. Casi 50 amigos míos ya vinieron a Roatán, pero acá no se le hace publicidad a las playas.
¿Qué percepción tiene del país?
Yo llevo cuatro años y no he tenido ningún problema, ni antes y ni ahora. Cuando vine acá me dijeron "¡Uy, Honduras! Ojo con esto y con aquello del peligro". Si en Argentina te metés a los barrios picantes, la pasas mal, como acá, pero yo no he tenido ningún problema.
Yo vengo de un país donde el dólar estaba cuando vine a Honduras a 40 pesos argentinos y hoy después de cuatro años, un dólar son 430 pesos. Argentina tiene una devaluación casi del 70 % anual y eso es terrible.
Tenemos un país explotado y en Honduras lo que noto es que veo una estabilidad, un poquito que aumentó los precios de la canasta básica, pero lo veo estable. Es mi opinión. Yo sé que ustedes están afuera y saben más.
¿Ha sentido que la gente le tiene mucho afecto?
Yo siento que la gente de otros equipos me tiene afecto... mientras no les ganés. Ahí sí te empiezan a insultar.
En la calle me encuentro con gente de Motagua y me piden una foto. Yo tengo una virtud, que no me meto con nadie. Yo no hago alarde de lo que hago hablando mal del equipo rival, sobre todo del clásico.
Yo no me meto con la gente de Motagua. Mi obligación es ganar nada más y no hablar mal de Motagua.
¿Qué otras pasiones tiene aparte del fútbol?
Tengo una empresa de logística donde repartimos todo lo que tiene que ver cosas farmacéuticas o paquetes chicos.
Eso lo maneja mi esposa, porque yo desde acá no lo puedo manejar, pero no es que me gusta, lo hago porque es un buen negocio.
Me gusta jugar al tenis. Me encanta el mar y voy a nadar, porque no puedo correr, no puedo hacer nada por la rodilla, pero no es que me gusta ir a nadar, me gusta meterme al mar. Me gusta tomar sol, me gusta el cine. También me gusta ver todos los deportes, el básquet y el béisbol.
La ronda de cervecitas artesanales ha terminado, pero no se pierdan la segunda parte con Pedro Troglio donde abordamos la actualidad de Olimpia y su deseo de dirigir una Selección Nacional… ¿Honduras?
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