La coreografía de un nuevo bipartidismo, que refleja en muchos aspectos a su predecesor, ya lleva ante nuestros ojos dos actos: cuatro mociones nominativas que no se han tomado en consideración.
Por Nincy Perdomo
Desde el 25 de Enero de este año, los y las congresistas que integran el pleno del Congreso Nacional han mantenido en vilo a la ciudadanía, que hasta la fecha permanece a la espera de una nueva Corte Suprema de Justicia. La falta de consensos entre caudillos ha demorado este hito, que representa la segunda gran prueba de quienes componen la junta directiva del Poder Legislativo.
La primera gran prueba fue la instalación del Congreso Nacional, que se resolvió a punta de demostraciones de fuerza. El ejercicio de sacar a relucir el músculo de las calles, no obstante, alumbró un liderazgo frágil, que más de un año después de asentarse continúa buscando legitimidad con peroratas y extensos documentos que estiran hasta la imaginación las posibilidades dentro del marco jurídico. El desentender actual es fruto, precisamente, de la debilidad que encarna la figura del presidente Luis Redondo, cuyo respaldo reside tenuemente en la bendición de la presidenta Xiomara Castro y las directrices del asesor multiusos, Manuel Zelaya Rosales.
Ahora, luego de su fallida campaña por cambiar los procedimientos de selección de los y las magistradas del Poder Judicial, Redondo tiene ante sí dos bancadas que, amparadas en las lecciones del otrora bipartidismo clásico del rojiblanco y el azul marino, transan y se comunican entre sí, pero que no resuelven sentados a su mesa los conflictos de intereses que los motivan. Redondo asume nuevamente un rol de mero atril: sostiene en sus manos las sesiones y otorga la palabra a los diputados, pero no es él la figura central de las negociaciones, cuyo verdadero cuadrilátero está oculto de las cámaras.
Mientras tanto, la coreografía de un nuevo bipartidismo, que refleja en muchos aspectos a su predecesor, ya lleva ante nuestros ojos dos actos: cuatro mociones nominativas que no se han tomado en consideración, pese a la coincidencia casi total de las nóminas propuestas. La ciudadanía espera que el tercer acto, que posiblemente se lleve a cabo este próximo martes, permita al país contar con una nueva Corte para renovar la esperanza de la justicia en nuestro país.
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