“En Honduras, la violencia, al igual que el fútbol, es un espectáculo. Los celulares graban goles en los estadios, así como a las víctimas que quedan tiradas en las calles después de las balaceras”, describe entre líneas la obra.
El periodista y escritor hondureño Óscar Flores López lanzó su segunda obra literaria titulada Messi, cerrá un rato los ojos, que refleja un contraste entre la pasión de los hondureños por el fútbol y la realidad que vive el país a causa de la inseguridad.
Durante una charla en un restaurante capitalino, el autor compartió la sinopsis e inspiración de su libro con amigos, familiares y reconocidas figuras del fútbol hondureño, como Héctor "Pecho de Águila" Zelaya y Ramón "Primitivo" Maradiaga. También lo acompañó su editor Óscar Estrada.
El texto describe cómo cada semana los medios de comunicación del país destacan, por un lado, los goles gritados por los futbolistas y aficionados y, por otro, los gritos de dolor de los hondureños que perdieron a un familiar por la violencia que atraviesa el país.
El libro "Messi, cerrá un rato los ojos" está compuesto por 13 cuentos. Uno de ellos narra la historia de un niño que fue testigo del asesinato de su padre. En la escena del crimen, uno de los sicarios se percató de su presencia y, al no conocer su nombre, le dio un seudónimo y le pidió que cerrara los ojos.
La historia descrita anteriormente es parte de la inspiración que llevó al autor a elegir el título de su segunda obra. Flores publicó su primer libro El que mete el gol gana en 2021, una colección de relatos cortos sobre la historia del fútbol hondureño.
Sueños realizados
Óscar Flores López, Tegucigalpa, 1972. "Soy el hijo de Lucrecia, esposo de Ivis, papá de Óscar Gabriel, Mauro Pablo y Elizabeth, yerno de José Roberto y Francis, hermano, tío, primo, amigo", dice. De oficio periodista, ha trabajado en los principales diarios escritos de Honduras.
Para Flores, su segundo escrito representa una satisfacción personal que invade de alegría su espíritu artístico.
Agregó: “estoy agradecido con todas las personas que me han apoyado y acompañado en este proyecto, han sido importante sus consejos, regaños y críticas”.
Su segundo libro es la conclusión de un viaje rodeado de grandes personajes que han forjado su vida, su pasión por el fútbol y la literatura, destacó el periodista hondureño.
Prólogo
En Honduras, la violencia, al igual que el fútbol, es un espectáculo. Los celulares graban goles en los estadios, así como a las víctimas que quedan tiradas en las calles después de las balaceras.
Los lunes, los medios de comunicación cuelgan en sus plataformas digitales las mejores jugadas de la liga local a la par de los vídeos de los asesinatos del fin de semana. "Estas imágenes pueden herir la susceptibilidad de los lectores", advierten con doble moral y morbo evidente. Estos cuentos están "inspirados" en esa realidad que nace entre gritos de gol y de dolor, describe la obra en su prólogo.
Historia de Messi
Papá, mejor vámonos a casa y jugamos un rato en el patio. Entre las ramas del árbol de mangos quedaron las pistolitas de madera. Vos me lo prometiste. ¿Te acordás? Me dijiste que si me portaba bien en el almuerzo y me comía todo el arroz chino íbamos a jugar a los ladrones y a los policías. Me lo comí todo y te cumplí.
Hasta unos pedacitos de ajo y el brócoli me zampé. Ahora ya es hora que nos vayamos. Vámonos, papá, levántate. ¿Por qué seguís tirado en la calle? Ahora quiero que jugués conmigo y no con esos cuatro amigos enmascarados tuyos que se bajaron de un carro y te dijeron Ajá, Alex, así te queríamos agarrar, sapo.
Y vos les dijiste que aquí en la calle no, que ando con mi hijo, tengan un poco de piedad, aunque sea por los viejos tiempos. ¿Piedad? ¿Qué significa esa palabra, papá? Vos me tenías en tus brazos y no me querías soltar, y les dijiste que mejor otro día, por favor, se los ruego, otro día, ustedes saben dónde me pueden encontrar.
Pero uno de tus amigos, el más grande y gordo, se puso furioso y me jaló del brazo, y a vos te entró una gran tristeza en los ojos; me imagino que ha de haber sido porque tus amigos no querían que yo jugara a los ladrones y los policías. No me querías soltar. Me abrazaste.
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